Pero en el Japón de los siglos XIX y XX, los gobiernos antibudistas impusieron medidas de “modernización” que terminaron con la sangha bhikkhu. Desde entonces, a los monásticos se les ha pedido que tomen solo 16 preceptos, que prohíben mentir, robar y otras ofensas, pero son menos restrictivos que los preceptos para la ordenación completa. A los monásticos varones en Japón se les permite casarse y tener familias, y la mayoría lo hace. Aún más controvertido, pueden optar por beber alcohol, comer carne y criar a sus hijos en “templos familiares”. Debido a prohibiciones culturales y preferencias personales, la mayoría de las mujeres monásticas no se casan sino que viven en comunidad con otras monjas.
En el mundo de habla inglesa, la gente a menudo se refiere a los monásticos masculinos casados de Japón como sacerdotes para distinguirlos de los monjes célibes, pero en Japón no existe una distinción clara. A diferencia de la Iglesia Católica, donde el sacerdote designa al clero que puede celebrar misa y generalmente está más comprometido con la sociedad que los monjes de clausura, en Japón la diferencia entre sacerdotes y monjes es en gran parte semántica y abierta a interpretación.
Estas costumbres japonesas han sido ampliamente adoptadas en las comunidades zen occidentales, donde es común que tanto los hombres ordenados como las mujeres ordenadas se casen, y el celibato rara vez es un requisito. Si bien las mujeres ordenadas japonesas pueden referirse a sí mismas como monjas cuando hablan inglés, es más probable que las mujeres ordenadas en Occidente se describan a sí mismas como sacerdotes que como monjas. Pero aparte de esta diferencia nominal, las mujeres ordenadas en Japón y Occidente tienen las mismas calificaciones, preceptos éticos y formación.
En el zen japonés, una mujer miembro del clero podía llamarse a sí misma monje, monja o sacerdote, según la situación. Sin embargo, en otras tradiciones Chan/Zen en toda Asia, el título de sacerdote rara vez se usa, y los monjes y monjas toman los preceptos completos y llevan una vida célibe.